"WHAT A LOVELY DAY..." (y otras cosas del blog)

Uno de los mandamientos más antiguos de la crítica es tener cuidado con los juicios categóricos. 
Más temprano que tarde te muerden de vuelta.
También hay que tener cuidado con los entusiasmos desaforados, pero por lo general los críticos desoímos la voz de la mesura y cuando algo nos apasiona echamos por la borda las buenas maneras, sobretodo en esta época de espectáculos (y emociones) amplificados.
Interesantemente, la mayoría se toma con cautela los nuevos caminos a los que he aludido en el podcast de esta semana (link: https://fil.email/jfIa2F9T) y prefiere dejarse llevar por la marea. Ninguno de los comentaristas establecidos -salvo quizás el omnicomprensivo Roger Ebert- fue capaz de darse cuenta hasta qué punto la compulsividad del medio digital y de sus consumidores por tener material fresco que leer, rompería la decana tradición de las críticas en día viernes. Continúan existiendo en todas partes, pero la audiencia hoy busca sus comentarios por las redes y las aplicaciones, refrescando la pantalla cientos de veces durante el día, con la esperanza de que el tuitazo o el instagramazo de rigor proporcione una pizca más de información sobre la película que todos esperan.
A ratos, la ansiedad con que se persiguen estas novedades recuerda a la loca carrera emprendida por Inmortan Joe en pos de Imperator Furiosa -qué nombres, eh?- y que tendremos ocasión de revisar este miércoles y jueves en Mirada en profundidad (si es que los angelitos de Zoom lo permiten). Una carrera loca condenada al fracaso, en la que bajas la velocidad o la subes a tope sin conseguir jamás atrapar algo que se te escapa sin cesar (el tiempo, nada menos).
Para todos los efectos, este crítico recomienda una tercera vía: ir asimilando los cambios, renovar el repertorio de plataformas, mantener la curiosidad, sin olvidar jamás que esto -aparte de arte- es en esencia espectáculo. Que quien comenta también es parte de ese ejercicio. Y de esa diversión.