EL INQUILINO, de Alfred Hitchcock



  

Para la tarea de esta semana tenía dos opciones: elegir una que no hubiera visto antes, o repetirme alguna que ya conociera y a la cual pudiera tratar de sacarle algo. Si era una que no hubiera visto, podía ser alguna antigua. Es así como me puse a buscar películas clásicas por internet, y fui a dar con un par de sitios que daban algunos listados. Revisando uno de ellos, me topé con “The Lodger” (1927), la cual me llamó la atención porque en la descripción decía que estaba basada en Jack el destripador, porque era de Hitchcock, y además era muda. 

Pues bien, la película en cuestión está basada en un libro (del cual desconozco detalles), es una de las primeras películas de Hitchcock y hace unos años fue restaurada, así que incluye música de acompañamiento y un par de canciones pop con letra en un par de escenas. 

La película transcurre en Londres y comienza con el primer plano de una joven mujer gritando, y su asesino dejando una nota con la firma “the avenger”. Con el testimonio de una testigo, además de lo señalado por la policía y la prensa, sabemos que ya van 6 mujeres asesinadas, que los crímenes son los días martes, que las víctimas son jóvenes rubias y que el sospechoso es alto y se cubre la mitad del rostro. 

En este contexto, y bajo las luces que señalan “Esta noche – Rizos dorados” se nos presenta un grupo de jóvenes mujeres que trabajan como modelos y que comentan la noticia del asesinato. Una de ellas es Daisy Bunting, quien de regreso en su casa, es cortejada por su pretendiente, un policía pendiente del caso del "vengador". La familia de Daisy tiene en arriendo una habitación, y mientras se encuentran conversando, por un momento hay una baja de luz, por lo que el padre de la casa va a tratar de solucionar el problema eléctrico. De forma simultánea alguien toca a la puerta y la señora Bunting va a abrirle a un posible inquilino.

Algo que enseguida me pareció llamativo fue la presentación de este personaje: en medio de una espesa niebla, con capa, la mitad de la cara cubierta, sólo sus ojos a la vista, se hace hincapié en su mirada, está vestido de forma elegante, sus movimientos son pausados, parece de pocas palabras, e incluso podríamos considerar que necesita permiso para poder entrar a la casa. Mientras veía esta escena pensaba: esta es como la presentación de un vampiro. Podría ser Drácula (y poco más adelante se agregan un par de detalles extra que me reforzaron esta idea). 



La cámara suele mantenerse fija y la acción transcurre dentro de su encuadre, pero una escena en particular sale de esta regla: cuando en una demostración de nerviosismo, el inquilino se pasea de un lado a otro en su habitación haciendo temblar la lámpara que cuelga debajo de su piso. Entonces, los demás ocupantes de la casa se dan cuenta, miran hacia el piso superior y se puede observar literalmente los pies del personaje yendo de aquí para allá. 

Tomando la perspectiva de los dueños de casa (en especial, de la madre), en realidad no sabemos nada del forastero (de dónde viene, qué hace en su habitación, en qué ocupa su tiempo libre), y claro que su comportamiento puede ser sospechoso. Pero mientras algunos de la familia de Daisy lo encuentran “raro” (“queer”, vaya una a saber el significado de la palabra en la época), él es un sujeto misterioso y atractivo, cosa evidente en especial en la escena del ajedrez y en la que él asiste a ver el desfile de modelos, en donde el juego de miradas y seducción queda patente, provocando también la atención y tensión del observador. Como espectadora, tuve dichas sensaciones y debo decir que el “sex appeal”, "charm" o carisma del personaje (o del actor), me hicieron verlo con ojos de Daisy. 

Como dato, el inquilino es personificado por Ivor Novello, quien no sólo fue actor de cine y teatro, sino compositor y escritor de obras teatrales y películas. Antes de ver esta película la única noción que tenía de él era que existía un “Ivor Novello Awards” en Gran Bretaña, lo que sumado a la experiencia de este visionado hizo que quisiera seguir viendo películas donde él participara actuando, y así me he enterado también que en su época se le consideraba un “sex symbol” o bien, un “ídolo de matinée”. 

Pues bien, con todos estos ingredientes, me interesó ver la segunda versión de esta historia hecha en 1932, con otro director, pero cuyas principales características son que vuelve a tener el mismo actor protagonista y que esta vez es sonora. “The phantom fiend” es más rápida (de hecho, dura una hora pero también leí que le faltaban unos 20 minutos), el desenlace distinto no deja de ser interesante, y pese al mal audio en el que se conserva la película he podido interpretarlo más bien por el contexto y lo visualizado (no encontré ni siquiera subtítulos en inglés). Además, el personaje del inquilino se muestra más distendido, locuaz, su misterio está bastante aminorado, y me dio la sensación de que Novello sigue en un estilo de actuación más atingente al cine mudo. En comparación con otras películas mudas (“The constant nymph”; “Downhill”, también de Hitchcock o “The rat”) e incluso en “I lived with you” (sonora, comedia, coescrita por él), según sea el caso, en ellas lo he visto más suelto, chispeante y cómodo en sus personajes. 

Volviendo a The Lodger 1927: Para alguien que ha visto o leído aunque sea algo sobre Hitchcock, es notorio cómo se pueden encontrar aquí temas, elementos y que van a salir a relucir más adelante en sus otros trabajos, como una pista que he dejado más arriba en este post y que tiene relación con uno de los títulos en castellano con el que se puede encontrar esta película o la búsqueda por resolver cuestiones formales de manera innovadora. Otros que se pueden agregar son la culpa y hasta las escaleras. 

En definitiva, me quedaron más elementos y sensaciones de esta película que la de 1932, pues aun siendo muda y más larga, me pareció con más atmósfera, atrapante, escenas y un personaje principal más sugestivo.



Carolina B. Pérez

The Lodger
Reino Unido, 1927 
Dirigida por Alfred Hitchcock




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