ARGENTINA, 1985, LA ÉPICA DE LA DEMOCRACIA
Después de tres semanas de su estreno en las salas de nuestro país, ya está disponible en el streaming de AMAZON PRIME, la película Argentina, 1985 (2022). Obra dirigida por Santiago Mitre y coescrita junto a Mariano Llinás, dos de los exponentes más destacados de la actual cinematografía del vecino país. Si a esto se añade que es una de las cintas más vistas en su territorio y protagonizada por el enorme Ricardo Darín, su visualización se anticipaba más que interesante.
El filme puede calificarse de cine histórico, judicial y político. Los diferentes
componentes con que funciona la película no se contraponen unos con otros pues
cada uno se mueve de manera bastante competente en los distintos tiempos del
relato, acoplándose de manera fluida.
La realización narra la historia del fiscal Julio Strassera (Ricardo Darín)
y su fiscal adjunto, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), quienes junto con un
joven grupo jurídico llevaron a cabo la titánica tarea de procesar a los jefes militares
que tomaron el poder y gobernaron Argentina durante los años 1976 – 1983, en el
proceso conocido como el Juicio de las Juntas. Este es el hecho histórico que
la narración recrea.
Y este es el primer acierto de la historia. El realismo del espacio
histórico en que se desenvuelven los personajes está bien ambientado. Pero esto
no solo se limita al escenario físico, sino que también al contexto postdictadura.
En el tratamiento de la historia se percibe ese aire de desconfianza y miedo,
mientras el gobierno democrático busca afianzarse en el poder. Esa atmósfera
represiva incluso lleva al relato a aproximarse al thriller. Además, visualmente,
ese espíritu de asfixia y enclaustramiento, se percibe en imágenes de puertas
que se cierran y cuartos estrechos que parecen agobiar a los personajes.
En relación a la trama judicial, la historia consigue mantener la atención
de un proceso del cual todo el mundo conoce la sentencia final. Están
presentados los distintos momentos del litigio, lo estrictamente jurídico, y
los dramas de los intervinientes. En este caso, se aprecia como el juicio va
repercutiendo en los fiscales y en su círculo familiar.
Pero también, en estos dramas íntimos exhiben las fisuras sociales de años
de dictadura. El hecho histórico de enjuiciar a los generales que llevaron a
cabo la represión durante esos años, no tenía precedente. Y los personajes van
tomando conciencia del momento. El fiscal Strassera lo menciona un par de
veces: “es nuestro juicio de Núremberg”.
La trascendencia del momento histórico va dominando el pulso de la película
que, con los testigos y sus testimonios ante los jueces, llegan a un punto de
clímax y ponen al espectador frente a los horrores de la dictadura. Los instantes
más estremecedores de la historia se toman la narración.
En este aspecto, la película (o el arte) tiene un sentido social para que
por medio de su representación el espectador se asome a ese abismo. Como buen
drama histórico, recrea la emoción y la relevancia que tuvieron en esa entonces,
cuando las víctimas estuvieron por primera vez frente a los tribunales y a todo
el país, relatando sus testimonios. Acontecimiento que fue transmitido a toda
la nación en directo a través de la televisión y la radio. De ahí que la
narración alterna las imágenes cinematográficas con las televisivas dando el
justo tono de lo vivido en esos días. Instante terrible y a la vez reparador tanto
para los afectados como también para el cuerpo social. Y también es el espejo
de la misma operación que la película está efectuando.
Pero el relato no se queda solo en la gravedad del momento. Hay matices con
claros tintes de humor que distensionan la seriedad de la situación, agregando
esa capacidad de los transandinos de reírse de sí mismos. En este aspecto, la
película consigue un equilibrio que ayuda a sobrellevar de mejor manera la crudeza
de los testimonios. En este rol, la actuación de los
personajes está acertada, con los acentos adecuados dependiendo de los momentos.
Sin embargo, quien está superlativo es Ricardo Darín como el fiscal Strassera.
Darín crea un personaje
tanto en lo físico como en lo sicológico. En su despliegue, le da humanidad al
personaje burocrático que representa en pequeños gestos: su forma de caminar,
fumar, tomar las gafas, o su manera de escribir a máquina, etc. Estas acciones
lo presentan como una persona normal, un funcionario que recibe una tarea que
lo sobrepasa. Por esto, en un primer momento, él rehúye de esta labor. Sin
embargo, de manera gradual, el personaje trabaja intensamente y acaba asumiendo
su importante papel en este nudo histórico. Así, el fiscal evoluciona y antes
que termine el juicio, se percibe este cambio. Una solitaria imagen de él, antes
de dar el alegato de cierre, sentado con el brazo extendido en posición
horizontal, transmitiendo la tranquilidad del deber hecho, el fiscal Strassera se
ha convertido en la voz moral de la sociedad, capaz de trazar un límite para la
posteridad.
La película se siente
necesaria para los tiempos que corren. De todas las informaciones falsas en que
estamos sumidos e intentos de reescritura de la historia, tanto en Chile como
en Argentina, lo que hace la película es actualizar la memoria histórica para
las nuevas generaciones. De este modo, funciona como recordatorio de lo brutal
de la dictadura y sus métodos de represión social, la tortura y la desaparición
forzada, como también de una sociedad que fue capaz de ponerse de pie y bajo el
lema “Nunca más”, levantar un dique para que esto no se vuelva a repetir.
La película emociona y
entretiene. La historia recurre al relato clásico por lo que se le ha criticado
cierto aire hollywoodense. Además, se le ha imputado ciertas imprecisiones
históricas. No obstante, el producto final es cine en palabras mayúsculas. La
dupla de Santiago Mitre y Mariano Llinás ya habían trabajado en otras dos obras
anteriores: Paulina (2015) y La cordillera (2018). El tema de Mitre
es la política y sus entramados. Algo que se cuela en momentos de la narración:
el andamiaje de poder se divisa en cuartos u oficinas pequeñas, en burócratas
que pasan desapercibidos y están de alguna forma omnipresentes. Eso sí, hay
ciertos límites que son prohibidos para el espectador. Como cuando el fiscal
Strassera es llamado a la casa del presidente Alfonsín y al espectador le
cierran la puerta en las narices. Hay zonas que quedan vedadas. Pero de todo lo
otro, se puede dar testimonio pues la hazaña de Strassera y su grupo para
encarcelar a los genocidas militares es un hecho que quedó en el cuerpo social,
en ese “Inconsciente colectivo” al que alude la canción de Charly García, que
se escucha hacia el final de la película, y que el relato cinematográfico pone
al día a las comunidades más noveles.
Cristian Uribe
Moreno
ARGENTINA,
1985
Argentina
2022
Dirigida
por Santiago Mitre
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