HOLY SPIDER, EL TEJIDO SAGRADO DEL ASESINO

 



La película Holy Spider (2022) del director danés de origen iraní, Ali Abbasi, tuvo un gran paso en los distintos festivales en que se exhibió, nominada a la Palma de Oro en Cannes y otorgando, en el mismo festival, el galardón a Mejor actriz a Zar Amir Ebrahimi, por su papel de una valiente reportera. Ahora esta gran realización se puede apreciar en la plataforma MUBI y es uno de esas historias que no dejan indiferente a nadie.

El relato nos lleva al Irán de los años 2000-2001. Una serie de asesinatos de prostitutas callejeras en la sagrada ciudad de Mashhad despierta la curiosidad de una periodista, Rahimi, quien llega de Teherán a cubrir el caso. En medio de sus averiguaciones, ella terminará involucrándose personalmente en la búsqueda del asesino.

Como thriller, la película no esconde sus cartas: Saeed, el criminal, es expuesto inmediatamente después de aniquilar a una mujer en pantalla. Él es un devoto padre de familia, veterano de la guerra Irak-Irán, que ejecuta a prostitutas para limpiar a la sagrada metrópoli de la inmoralidad que la acecha.

De esta manera, la primera parte del relato se centra en narrar el cómo tratan de atrapar a este femicida múltiple. Eso crea la tensión que se apodera de este inusual thriller. Sin embargo, tiene particularidades que lo convierten en un artefacto único.

Por un lado, la película presenta a las mujeres antes de morir, para luego exhibir, en planos cerrados, de manera bastante explícita, la muerte de ellas. La violencia con que actúa Saeed es muy cruenta y las distintas tomas ilustran con detalles. Esa agresión tan gráfica ha sido blanco de ciertas críticas que sienten que las imágenes son demasiado reiterativas para recalcar un punto que con la primera muerte se establece de manera evidente.

Por otro lado, la película retrata una sociedad que limita a la mujer tanto en lo físico como en los sicológico. Una sociedad que tiene al ser femenino como un ser de segunda categoría, casi sin derechos, y que actúa sobre ellas en todos los rincones como un gran ojo que las vigila, las censura y las ataca.

Rahimi tiene problemas en reportear porque al ser una mujer sola aparecen obstáculos por todos lados. Además siente la inacción de policías y autoridades ante las muertes. Nadie quiere actuar pues en el fondo hay una empatía con el proceder del asesino. Y un rechazo a estas prostitutas impías. Incluso de sus mismas familias.

Esto se percibe con mayor fuerza en el último tercio de la película cuando comienza el juicio y Saeed se presenta como un héroe por intentar una higiene moral de la ciudad. En momentos que se desarrolla el proceso, Saeed percibe que su misión es bien recibida por la comunidad.

Saeed es un personaje ambiguo. Su impulso homicida no es explicado de manera unívoca ya que están presente varios factores. Primero, la idea de pureza religiosa, como si fuera un mártir ejecutando órdenes divinas. Esa idea mesiánica se remarca en más de una ocasión. También, se percibe en las conversaciones y acciones que es un veterano de guerra con un estrés postraumático no tratado. Y finalmente, está presente el hombre que parece no puede lidiar con sus perversiones y encuentra deshago en estos femicidios.

La propia historia no es clara en este aspecto, pero el factor determinante para explicar su impunidad durante tanto tiempo sería el ambiente propicio para someter a la mujer en la sociedad patriarcal y religiosa que gobierna el país asiático.

Hacia el final se observa un pueblo que ve en Saeed uno más de los guerreros espirituales en los que creen. Así el asesino serial conocido como Spider killer se convierte en otro sacro luchador asociado a un soldado de Alá en Mashhad, la ciudad de los mártires. Por esto, esta “araña” se convierte en una especie de santo y de ahí viene su cruzada “sagrada” que alude el título.

El pensamiento y funcionamiento profundo de la sociedad iraní, se percibe en las imágenes que graba Rahimi de la familia de Saeed donde justificaban sus crímenes. Primero con su esposa y luego con su hijo, un muchacho preadolescente que hace una exhibición gráfica con su hermana menor de los métodos que usaba su padre para matar mujeres. La internalización y normalización de los abusos es lo que queda en la retina de esta pequeña escena, que recoge la esencia del planteamiento del director nacionalizado danés.

De Ali Abbasi se había visto por estos lares el filme Border (2018), una historia un tanto inclasificable, sobre personajes con rasgos monstruosos que conviven con humanos, adaptados a la comunidad, pero al cambiar su conducta habitual la comunidad inmediatamente los repele. En Holy spider, el colectivo sintoniza con este monstruo pues hay un contexto que tolera y estimula el abuso sobre las mujeres. Así el largometraje sirve para denunciar el maltrato sistémico en esta comunidad religiosa que después de veinte años de sucedido los hechos, si se recogen las noticias acaecidas el año 2022 en ese país, no ha cambiado de actitud hacia las mujeres.

Cristian Uribe Moreno

HOLY SPIDER

Dinamarca 2022

Ali Abbasi

 


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