LA NOVIA DEL DESIERTO, de Cecilia Atán y Valeria Pivato
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Hay películas que en un relato enrevesado articulan todo generar para cierta vinculación con el protagonista, hacerlo sentir cercano contando una historia con recovecos, con diálogos intensos, con cierta parafernalia necesaria o no que invita a deslumbrar, a impactar y emocionar. Eso es algo que no sucede en La novia del desierto. Esta opera prima de Cecilia Atán y Valeria Pivato, es por antonomasia una oda a lo pequeño, a lo mínimo pero no por eso a lo menos importante , sino que por el contrario, subraya el momento donde por fin nos damos cuenta que somos dueños de nuestras vidas.
El film cuenta la historia de Teresa Godoy, una mujer chilena de 54 años, y que trabaja como empleada doméstica en la casa de un familiar en Buenos Aires. Como alguien "de confianza" siempre dice ella, en unos de los muchos flashbacks que nos muestran esa vida mínima a la que se ha ido acostumbrado en la rutina cotidiana de los labores de la casa, como si solo existiera la vida para hacer los quehaceres, esconderse en su habitación y dormirse sin soñar. Inevitablemente en esos escenarios domésticos, donde la luz entra a raudales en habitaciones vacías mientras ella está en el lavadero, oculta, alejada del movimiento incesante de la vida allá afuera, recordamos a Chantal Akerman y su "Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles" (1975) , con todo lo que eso implica en el retrato de una mujer, en la mirada de dos directoras.
A Teresa la encontramos en el momento en que la casa se ha puesto en venta y se ve impulsada a buscar un trabajo en San Juan, siempre como alguien de confianza. Es en ese viaje donde todo ese mundo ordenado se desbarata. El bus averiado la deja en el camino, en medio del desierto desde donde camina con otros pasajeros hasta una feria de vendedores ambulantes con sus caravanas donde no solo pierde su maleta sino que además conoce a Miguel, el gringo. Así tal cual, como un llamado a la aventura la peli, antes quietud, se transforma en una especie de road movie intimista, minimal y donde Teresa apenas sonríe, apenas disfruta un poco de la vida y de sus ajetreos. La vemos sonreír a ese niño que seguro crío pero que no es su hijo, y luego ante la sorpresa de encontrarse ante su propia vida. Y es que Teresa no ha permitido que nada corrompa la ecuación de que la vida es trabajo, a la que se ha aplicado con desmedido esmero y humildad, y al concebir su existencia como algo que debe pasar desapercibido, intocable por las emociones de estar viva, de tomar sus propias decisiones y no ser arrastrada por los otros, por los acontecimientos y las voluntades de otros.
La novia del desierto apela no sólo a ese quiebre en la vida de la protagonista, personificada por la gran Paulina García, sino que además pone en evidencia las estructuras de poder de una clase más acomodada que relega a una familiar a las labores del hogar sin considerarla del todo parte de la familia. Y a las de género ya anunciadas por Akerman, solo por el hecho de que Teresa sea mujer opte por callar y no frene de golpe las insinuaciones de, por ejemplo, el maestro que llega a la casa, ante las que claramente se nota molesta e incómoda, y prefiera escabullirse, como si solo fuera solo otro inconveniente inevitable, prerrequisito en su reducida vida. Es Miguel, el gringo, interpretado por Claudio Rissi; un vendedor viajero y solitario en su casa rodante, quien viene a romper un poco de esa inercia, y a mover ciertas estructuras establecidas por décadas de una existencia concebida para los otros.
Hay algo de fábula, de cuento en esta película. Sabemos un poco su devenir desde el punto de quiebre, pero así como no recurre a elementos rebuscados o demasiado sofisticados, la historia funciona como un cuento bien contado. Lo de fábula viene por la devoción de Miguel y otros varados en ese desierto hacia la virgen, a quien no solo rezan sino que además dejan botellas de agua en ofrenda. Virgen de los Milagros le dicen, algo que vemos muy pronto iniciada la película y que termina por convertir el film en una especie de cuento de hadas, que aunque no las vemos, la presencia de la fuerza de lo naturaleza las reemplaza en alguna medida, con el paisaje inmenso de la pampa argentina y esa noche de intensa lluvia y viento, que termina por cambiar todo en la vida de la silenciosa Teresa.
Astrid Elena Donoso Henriquez
La novia del desierto
Chile-Argentina, 2017
Dirección de Cecilia Atán y Valeria Pivato
Dirección de Cecilia Atán y Valeria Pivato


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