A HISTORY OF VIOLENCE, de David Cronenberg
“La violencia es siempre un acto de debilidad
y generalmente la operan
quienes se sienten perdidos”.
Paul Valéry
David Cronenberg se vale de la premisa simple y efectiva de la novela gráfica que lleva el mismo nombre (A History of Violence, en inglés). Durante una empalagosa presentación plagada de iconografía relativa al sueño americano se nos revela a Tom Stall (Viggo Mortensen), un hombre ejemplar que vive una apacible vida en un ficticio pueblo llamado Millbrook, junto a su esposa, Edie (Maria Bello), y sus dos hijos. Todo esto se ve perturbado tras un bullado altercado en el que mata a dos hombres que lo amenazaron en su negocio junto a todos los presentes. Todo eso desemboca en la aparición de fantasmas del oscuro pasado de Tom, lejos de Millbrook y de aquel sueño americano, personificados en Carl Fogarty (Ed Harris), un elegante mafioso de Philadephia que aprovecha la intempestiva fama de Tom para encontrarlo.
Durante el primer tercio de película parecemos ser testigos de una violencia maniquea. Por un lado, se nos expone la violencia monstruosa de los villanos. Pero por el otro nos muestra una violencia satisfactoria, aceptada, justificada, la violencia del héroe. Muchas veces hemos sido espectadores de esa violencia en la historia del cine, en películas de todos los géneros y para todas las edades. Sin embargo, el director de Dead Ringers y La Mosca aquí nos cobra un peaje. Nos da esa satisfacción, pero también nos muestra sus consecuencias. Una mandíbula desencajada, una nariz destrozada, restos de piel expulsados producto de un impacto balístico. Cronenberg nos interpela al permitirnos ser parte de esa primitiva satisfacción que produce la brutalidad. Por tanto, todo lo que se plantea como un drama rural o thriller no es más que el manto bajo el cual se esconde un potente ensayo sobre la naturaleza violenta del ser humano.
Cronenberg no tiene por objetivo concentrarse en la combustión de la violencia sino en sus ruinas. La imagen heroica que Edie proyectaba en su esposo se desmorona en la medida que empieza a dudar sobre el pasado de Tom. Cronenberg se vale de dos pertinentes y memorables escenas de despliegue erótico entre la pareja para reforzar esta idea. Por otro lado, la narrativa de este dilema nos insta a reflexionar respecto hasta dónde se es posible escapar del pasado sin hacerle frente, si acaso es posible que una persona se redefina a voluntad, si se podrá suprimir los aspectos más primigenios de nuestro comportamiento, cuánto se está dispuesto a perder para reencontrarse.
Una Historia Violenta fue un golpe de timón dentro de la filmografía de David Cronenberg, pero también terminó siendo sumamente coherente dentro de la misma. Las actuaciones de Viggo Mortensen y María Bello desbordan verosimilitud, no así la de los antagonistas Ed Harris y William Hurt, que a pesar de eso son magnéticos en pantalla. La película entra por la puerta ancha al club de estudios sobre la violencia que conforman películas como Perros de Paja de Sam Peckinpah o La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick.
A casi quince años de su estreno su discurso se mantiene vigente, y al volver a verla resuena el lugar común que repite gran parte del espectro político de nuestro país: “condenamos la violencia, venga de donde venga”. Cronenberg no moraliza respecto a ese tema, sino que nos pone en jaque, envolviendo con signos de interrogación aquello que aspira a ser un imperativo categórico.
Felipe Vera S.
A History of Violence
Estados Unidos/Canadá, 2005
Dirección de David Cronenberg

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