LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE, de Bi Gan



Boulevard de los sueños rotos


Hace un par de años tuve la oportunidad de ver "Largo viaje hacia la noche" (2018) en el 25º Festival Internacional de Valdivia. Aquél año, la película del director chino Bi Gan fue una de las proyecciones más comentadas del certamen; la promesa de una toma contínua de casi una hora en formato 3D generó bastante expectación de parte de la audiencia y una enorme fila horas antes que el filme se proyectara. El filme cuenta la historia de Luo Hongwu (Huang Jue), un introvertido hombre que regresa a su pueblo natal, tras el reciente fallecimiento de su padre. Ahondar más en la trama sería un despropósito, ya que el impacto narrativo del filme recae en su estructura atemporal que nos lleva a descubrir los motivos del personaje principal a medida que este redescubre su pasado.

A momentos, el desarrollo del filme puede parecer confuso para quienes no están acostumbrados a lo que se conoce como slow cinema. Sin embargo, la disyuntiva rítmica que genera el director al alternar sucesos del pasado y el presente de Hongwu generan una sensación de confusión constante en el espectador, sin dejar de empatizar con un protagonista tan extrañado con su pasado como la audiencia con el metraje. A través de un juego de luces y espejos, la dirección de fotografía realza diversas texturas para introducir al espectador un estado hipnótico en donde cada movimiento de cámara es un cambio de perspectiva cronológica para un protagonista enfrascado en una batalla contra la temporalidad y su propia memoria.

Al igual que en "El blues de Kaili" (2015), su primera película, Bi Gan construye un relato en donde la cámara pasa a ser un personaje más, llegando a momentos en donde pasa a ser la verdadera protagonista. Sobre todo en la mitad del filme en donde se da rienda suelta a la prometida toma contínua que fácilmente podría ser catalogada como una expresión cinematográfica de realismo mágico. Históricamente, este tipo de tomas son utilizadas en el cine con el fin de generar tensión al retratar un momento lineal que contrasta la constante maleabilidad del tiempo. Lo que hace a esta toma un verdadero hito del cine en tercera dimensión es su cualidad poética que, sin mayores pretenciones que apelen a un shock visual, sumerge al espectador en un viaje onírico en donde la transitoriedad de un protagonista que busca resolver sus sueños choca con la plasticidad del tiempo cinematográfico. Cuando la toma acaba, se queda con la sensación de haber soñado junto a Hongwu.

Recientemente, me reencontré con "Largo viaje hacia la noche" en Netflix. ¿Fue la misma experiencia que aquél primer visionado en 25º FICValdivia? Por supuesto que no; el viaje contínuo en 3D es un hito que debe ser experimentado en el cine más grande posible. Sin embargo, ver la película sin el hype de que eventualmente me encontraría con una toma inolvidable hizo conectarme con su tema principal: lo poco confiable de nuestros efímeros recuerdos. A lo largo del filme, la cámara nos lleva a contemplar diversos fragmentos de la memoria de Hongwu sin recibir mayores claves contextuales, como si nos invitara a divagar junto al personaje hasta fundir nuestros pensamientos con los suyos. En uno de los momentos claves de la película, el protagonista comenta la relación entre las películas y nuestros recuerdos; "la diferencia entre las películas y la memoria es que las películas siempre son falsas, pero los recuerdos se desvanecen ante nuestros ojos". Quizás la expectación por la toma me hizo disfrutarla más la primera vez. Quizás un segundo visionado me hizo apreciar más el por qué de la toma. Quizás hay misterios que nunca podremos resolver, pero que ciertamente motivarán nuestros sueños más lúcidos.


Nicolás J. Vogt Parra







Di qiu zui hou de ye wan
China, 2018
Escrita y dirigida por Bi Gan.




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