CHRISTIAN MARCLAY: El remix también es cine
Christian Marclay es autor de un amplio corpus artístico que explora la compleja relación entre escuchar y mirar, o en especial, las múltiples formas en que el sonido puede manifestarse como una pieza visual. Como ha señalado, «la música atraviesa casi todo lo que hago». Y sí, sonido, fotografía, video y por supuesto, cine son parte de su filosofía multidisciplinaria.
Para Marclay este mix entendido como un todo inseparable, funciona como si fuera un pentagrama para sus composiciones, donde cabe preguntarnos de qué estamos hablando al momento de definir su trabajo. ¿Se trata de un autor de cine, un artista visual o un músico contemporáneo?, él simplemente, se declara Dj y Vj. Dos conceptos muy propios del vínculo entre la cultura popular y los medios de comunicación de masas, así como la exploración de las tecnologías tradicionales y digitales y sus cualidades materiales. O sea, un autor que conoce a fondo un tema recurrente en los últimos 50 años.
Si bien el Collage como medio de expresión se reconoce como un hallazgo artístico, en modo soporte, este muestra una nueva realidad fragmentada en un mundo cada vez más complejo. Y Marclay fue de los primeros artistas sonoros en utilizar el tocadiscos como un instrumento por sí mismo, transformándose en padre del arte del Turntablismo, posteriormente adoptado como lenguaje clave de la cultura hip-hop. Una lógica de “arreglar” o crear música mediante efectos de sonido y manipulación en rutinas, que pueden dar paso a la improvisación permanente. O ya, derechamente, a la apropiación de algo ya existente, cuyo nuevo material puede convertirse incluso en un neo lenguaje cultural o político. En este sentido, su obra, tiene raíces en las vanguardias históricas y las tradiciones experimentales a través de los legados estéticos del dadaísmo, Marcel Duchamp, Jean Tinguely, John Cage, Fluxus y el happening. Por otra parte, esta se vincula a la cultura popular a través de su implicación en manifestaciones como el punk rock, jazz, los cómics, fanzines, el cine, la pintura y distintos aspectos de las subculturas underground. Todos géneros muy dispares que han reconocido en este autor muchas de sus influencias.
Si durante el período helenistico se fijó a la arquitectura como el arte número uno, en cine este suizo-norteamericano goza como nadie investigando para crear piezas audiovisuales a partir de fragmentos de otras películas, muchas de ellas, los clásicos del llamado séptimo arte junto a programas de TV de dudosa calidad. Todo sirve.
Una manera de componer loops donde el montaje es un remix como práctica que exceden los límites entre lo experimental para también explorar las posibilidades del silencio. En este aspecto coincide con la sentencia del director cinematográfico Robert Bresson: “EL CINE SONORO HA INVENTADO EL SILENCIO”, en referencia a que toda verdadera película no debe tener música, sino ser música. Pedazos elegidos por el director para crear ritmo y sentido.
Su obra más famosa y más celebrada, The Clock (2010), fue galardonada en la Bienal de Venecia en 2011 con el León de Oro. Una reflexión en formato videoarte sobre el cine y la elasticidad del tiempo, que se puede ver o buscar en Youtube u otras plataformas en cortes incompletos. Esto, ya que es un vídeo que dura 24 horas y representa, mediante un collage temporal de millares de fragmentos tomados de muy distintas películas, imágenes de acciones que suceden durante un día completo, en sincronía con el horario del lugar donde fue exhibido.
Este tema sobre las posibilidades e innovacion de la imagen también ha sido retratado por otros directores de cine como Jean-Luc Godard que en 2014 también trató en forma lúdica y conclusiva en el film “Adiós al Lenguaje”, y luego en “El libro de imágenes” (2018), con finales abiertos o pensando sobre qué es más importante, la linealidad del guión, la secuencia de imágenes, la banda sonora, interpretación y sentimiento que recaen más bien el el espectador que en la intención del autor.
El MoMA PS1 de New York, el Museo de Arte y de Historia de Ginebra, entre varios otros importantes espacios culturales, han acogido sendas exposiciones o retrospectivas de Christian Marclay. La última de ellas realizada en 2019 en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), la que en paralelo fue incluida en el programa de performance de la 27ª versión del Sónar, el festival más importante de música, creatividad y tecnología. Sin duda, uno de los artistas “anticlásicos” más respetados de los últimos 40 años.
Para Marclay este mix entendido como un todo inseparable, funciona como si fuera un pentagrama para sus composiciones, donde cabe preguntarnos de qué estamos hablando al momento de definir su trabajo. ¿Se trata de un autor de cine, un artista visual o un músico contemporáneo?, él simplemente, se declara Dj y Vj. Dos conceptos muy propios del vínculo entre la cultura popular y los medios de comunicación de masas, así como la exploración de las tecnologías tradicionales y digitales y sus cualidades materiales. O sea, un autor que conoce a fondo un tema recurrente en los últimos 50 años.
Si bien el Collage como medio de expresión se reconoce como un hallazgo artístico, en modo soporte, este muestra una nueva realidad fragmentada en un mundo cada vez más complejo. Y Marclay fue de los primeros artistas sonoros en utilizar el tocadiscos como un instrumento por sí mismo, transformándose en padre del arte del Turntablismo, posteriormente adoptado como lenguaje clave de la cultura hip-hop. Una lógica de “arreglar” o crear música mediante efectos de sonido y manipulación en rutinas, que pueden dar paso a la improvisación permanente. O ya, derechamente, a la apropiación de algo ya existente, cuyo nuevo material puede convertirse incluso en un neo lenguaje cultural o político. En este sentido, su obra, tiene raíces en las vanguardias históricas y las tradiciones experimentales a través de los legados estéticos del dadaísmo, Marcel Duchamp, Jean Tinguely, John Cage, Fluxus y el happening. Por otra parte, esta se vincula a la cultura popular a través de su implicación en manifestaciones como el punk rock, jazz, los cómics, fanzines, el cine, la pintura y distintos aspectos de las subculturas underground. Todos géneros muy dispares que han reconocido en este autor muchas de sus influencias.
Si durante el período helenistico se fijó a la arquitectura como el arte número uno, en cine este suizo-norteamericano goza como nadie investigando para crear piezas audiovisuales a partir de fragmentos de otras películas, muchas de ellas, los clásicos del llamado séptimo arte junto a programas de TV de dudosa calidad. Todo sirve.
Una manera de componer loops donde el montaje es un remix como práctica que exceden los límites entre lo experimental para también explorar las posibilidades del silencio. En este aspecto coincide con la sentencia del director cinematográfico Robert Bresson: “EL CINE SONORO HA INVENTADO EL SILENCIO”, en referencia a que toda verdadera película no debe tener música, sino ser música. Pedazos elegidos por el director para crear ritmo y sentido.
Su obra más famosa y más celebrada, The Clock (2010), fue galardonada en la Bienal de Venecia en 2011 con el León de Oro. Una reflexión en formato videoarte sobre el cine y la elasticidad del tiempo, que se puede ver o buscar en Youtube u otras plataformas en cortes incompletos. Esto, ya que es un vídeo que dura 24 horas y representa, mediante un collage temporal de millares de fragmentos tomados de muy distintas películas, imágenes de acciones que suceden durante un día completo, en sincronía con el horario del lugar donde fue exhibido.
Este tema sobre las posibilidades e innovacion de la imagen también ha sido retratado por otros directores de cine como Jean-Luc Godard que en 2014 también trató en forma lúdica y conclusiva en el film “Adiós al Lenguaje”, y luego en “El libro de imágenes” (2018), con finales abiertos o pensando sobre qué es más importante, la linealidad del guión, la secuencia de imágenes, la banda sonora, interpretación y sentimiento que recaen más bien el el espectador que en la intención del autor.
El MoMA PS1 de New York, el Museo de Arte y de Historia de Ginebra, entre varios otros importantes espacios culturales, han acogido sendas exposiciones o retrospectivas de Christian Marclay. La última de ellas realizada en 2019 en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), la que en paralelo fue incluida en el programa de performance de la 27ª versión del Sónar, el festival más importante de música, creatividad y tecnología. Sin duda, uno de los artistas “anticlásicos” más respetados de los últimos 40 años.
Carmen Momberg P.

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