ETERNAL SUNSHINE OF THE SPOTLESS MIND, de Michel Gondry
Antes de ser el director de esta poco convencional película de romance
y ficción, Michel Gondry, fue uno de los mejores directores de videoclips, ese que dio
forma a la música de mis bandas favoritas de adolescente. La lista de músicos con los que ha trabajado es larga: Radiohead, Björk, Daft Punk, Chemical
Brothers, Beck, The Whites Stripes, entre tantos otros, y aun cuando se trataba
de destacados músicos, siempre logró posicionar sus piezas audiovisuales
con igual o mayor relevancia que la alcanzada por los propios discos o
canciones que se promocionaban.
Desde
ahí se entienden sus películas, siempre con un gran despliegue de objetos y una
estrecha relación con la música, tal como en sus videoclips, trabaja con la
creación de efectos, utilizando toda la tecnología que encuentra a mano, pero siempre
con el predominante uso de manualidades y trucos artesanales. Bajo esta lógica,
“Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos” parece una especie de versión
extendida de “Knives Out” de Radiohead, video que realizó en 2001 y donde Gondry
representa la ruptura con su novia de entonces, con la cual retoman su relación
por tres años más, tras enterarse que ella se encontraba enferma. Y es que
Eterno Resplandor, ante todo narra una historia de amor, una en la que muchos
podríamos reconocernos, relaciones amorosas intensas que parecieran no tener
fin, que deambulan entre eternos inicios y términos, como si estuvieran predeterminadas
a permanecer.
En
este film, Gondry nos sumerge al ritmo de la música de Jon Brion y el
desolador cover de Beck para “Everybody's got to learn sometimes” (original de
The Korgis), en los recuerdos de Joel (Jim Carrey), un hombre tímido, melancólico
y algunas veces inseguro, sobre la fallida relación romántica que tuvo con Clementine
(Kate Winslet), una chica de cabellos multicolor, extrovertida y algo salvaje. A
poco andar, Joel descubre que Clementine se sometió a un procedimiento científico
para borrarlo de su memoria y así superar su reciente quiebre, ante lo cual, y
a modo de venganza, decide someterse al mismo tratamiento. Sin embargo, no todo
resulta como espera.
La
película transcurre libremente, con una línea de tiempo que va y vuelve
contantemente, mostrándonos fragmentos de la relación que tuvieron o que podrían
tener, Michel Gondry, como en sus videoclips, mantiene a los protagonistas
soñando, dormidos o despiertos, creando realidades alternativas para escapar
del olvido y, aun cuando esta desestructuración del espacio-tiempo a ratos
puede resultar algo confusa, Gondry no olvida entregarnos algunas pistas para
no perdernos, como el cambio en los colores del cabello de Clementine, que
permiten mantenernos atentos y ubicados entre los constantes cambios de la
narrativa.
Si
bien algunos podrían criticar el exceso de surrealismo en sus creaciones, otros
lo disfrutamos, y es que Gondry en esta entrega continua fiel a su forma, representando
cada uno de los pensamientos del protagonista, como la imagen de Joel y
Clementine acostados en una cama en la playa, acompañándolos con rápidos movimientos
de cámara y el uso de la música para retratar sus emociones (como si se tratara
de uno de sus videos), haciéndola sonar en diálogos y movimientos importantes, y
disipándola cuando no los hay.
Eterno
Resplandor continúa siendo la mejor de sus películas en lo que va de su
trayectoria cinematográfica, lo que claramente se debió al trabajo que
desarrolló Charlie Kaufman (“¿Quieres ser John Malkovich?” y “El Ladrón de
Orquídeas”) en la construcción del guión, labor por la cual recibió el Oscar a
Mejor Guión Original; y aunque esta relación no es nueva (ya habían trabajado
anteriormente para “Human Nature”, de 2001), en este film logran consolidar su
trabajo conjunto. Kaufman, resuelve el dilema que enfrentan todas las películas
de este género, los finales predecibles, y lo hace entregando un relato
novedoso, con un dinámico esquema del tiempo, que da sustento al mundo visual
de Gondry.
Si
algo queda en evidencia tanto con la historia de los protagonistas, como con la
de Mary (Kirsten Dunst), asistente del doctor a cargo del tratamiento, es que
aun cuando el procedimiento para el borrado selectivo de recuerdos funciona
relativamente bien, falla en lo esencial: no logra borrar los sentimientos. Al
parecer podemos olvidar situaciones o momentos, pero la fuerza de los
sentimientos se mantiene latente, empujándonos a recordar como parte del aprendizaje,
aunque a veces esto no resulte tan fácil y, una vez más, nos veamos tropezando
con la misma piedra.
Paula
K.
Eternal
Sunshine of the Spotless Mind
Estados
Unidos, 2004
Dirigida
por Michel Gondry
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