TIBURÓN, de Steven Spielberg

Hay pocas cosas que se pueden
decir que no se hayan dicho ya sobre esta película. Una de las que sí se ha
hablado es que vino a cambiar la forma de hacer cine hasta el año 75: grandes
producciones que acapararían la atención de las productoras, con altos costes
de realización y un gran poder de alcance a las audiencias. Otra, por ejemplo,
es que la influencia de Hitchcock en su autor, Steven Spielberg, salta
a la vista; en mayor medida, gracias a que pocas veces se nos muestra la
criatura, al igual que como el inglés instauró mediante el suspense. Basada
en la novela de Peter Benchley, la historia se centra en el balneario
vacacional de Amity Island que, al comienzo del verano, sufre el incomprensible
y nunca antes visto ataque de un tiburón marino gigantesco, capaz de devorar
humanos y embarcaciones.
Quería aprovechar la oportunidad
de revisitar este clásico, dándole una nueva significancia a través de las interpretaciones
y conexiones con la situación actual. La amenaza del tiburón que azotó las
playas de Amity Island puede ser leída como el ataque que enfrenta el mundo de
cara al Covid-19, y las reacciones de los protagonistas, pueden compararse como
actúan las personas reales:
Ante
el descubrimiento de las primeras víctimas, y la hipotética cancelación de las
actividades veraniegas, el alcalde Larry Vaughn decide hacer oídos
sordos e igualmente llama al público a continuar su vida con “normalidad”. Encuentro
cierto eco en esta forma de afrontar el problema con las posturas que han
tomado personajes como Donald Trump y Jair Bolsonaro, y ya más cerca de nuestras
latitudes, declaraciones de miembros del gremio empresarial, como Juan Sutil, o
incluso integrantes del gobierno.

Ø Hay
un personaje el cual apenas nota los descubrimientos de los ataques del tiburón,
conoce la magnitud del problema al cual se enfrentan: se trata del veterano Quint,
el que posee la expertise marina necesaria, pero carece del tacto humano
que una situación de emergencia necesita. Ese defecto finalmente termina siendo
su perdición. Creo que el manejo del ministro de salud, Jaime Mañalich, ha sido
similar al de Quint: tiene los conocimientos técnicos suficientes para entender
el problema, pero carece de las herramientas humanas que su papel le solicita.

Por
otro lado, existe un personaje, el oceanógrafo Hopper, que posee un
vasto conocimiento teórico y académico del tiburón y sabe cómo enfrentar la
amenaza, en teoría. Me parece que la comunidad científica, en general, y el
Comité de Expertos (representados por la Dra. Izkia Siches) en particular, han
tenido el mismo trato ante la pandemia por parte de las autoridades, que el Dr.
Hopper por las autoridades de Amity Island: se sabe de su importancia, pero su
conocimiento no es vinculante al momento de tomar decisiones.
Por último, el personaje principal es el jefe de
policía Martin Brody. No es oriundo de Amity, no le gusta nadar y no
tiene conocimientos sobre la fauna marina, mucho menos sobre tiburones. Aun así,
se asusta y entiende el nivel de la amenaza. Se obsesiona y estudia sobre los
tiburones. Toma una postura cauta, no quiere ser quien enfrente el problema,
pero sabe que su contribución puede cambiar el fatal curso de las cosas. En mi forma
de ver el mundo en el que vivimos, el llamado a la comunidad en general, a los llamados
ciudadanos de pie, es parecido al llamado al jefe Brody: desconocemos los
alcances del peligro, pero aún así nos consternamos por el mismo, buscamos
información por nuestra cuenta y en cierta medida nos obsesionamos con la
misma, y finalmente somos convocados a hacernos parte del enfrentamiento al mal,
tomando los resguardos necesarios. Me parece la postura más razonable para
enfrentar a este “enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie”
el cual puede ser, tanto el virus invisible, o el depredador marino.
Matías Barahona

Jaws
Estados Unidos, 1975
Dirigida por Steven Spielberg
Me entretuvo las analogías de los personajes de la película Tiburón con la pandemia actual. En todas las crisis siempre aparecen estos personajes arquetípicos. Excepto por Quint como Mañalich. Pobre Robert Shaw debe estar saltando de rabia en su tumba. Quint es el gran personaje de la película. Es el capitán Ahab que con todos sus demonios a cuesta, va tras la ballena blanca, el tiburón en este caso. En cambio el ministro llegó a la cartera por política y tiene el cuero de chancho para mentir y recibir críticas, por eso lo mantienen. Cuando todo esto pase y se haga la película del covid 19 en Chile, a Mañalich lo podría interpretar Roberto Farías, por ejemplo, en su faceta de malo, pasivo-agresivo, peleándose con periodistas y alcaldes. Ahí queda, dando botes.
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