ESCAPE AT DANNEMORA - MINISERIE – 2018
ESCAPE AT DANNEMORA - MINISERIE – 2018
DIRECTOR: BEN STILLER
GUION: BRET JOHNSON, MICHAEL TOLKIN, JERRY STAHL
De cómo me enamoré o al menos me fasciné de quien
no se debe: sí, de dos presidiarios a la vez, ambos delincuentes peligrosos. Benicio del Toro como Matt y Paul Dano como David
Swete.
Primero empezaré contando que no tengo
costumbre ni gran experiencia en ver series, y si lo hago, trato de que tengan
menos de 10 capítulos. Como no me gusta Ben Stiller como actor, probablemente
si me hubiera fijado en esto antes de comenzar a verla, el prejuicio quizás me habría impedido seguir
mirando. El “travelling” del pueblo, los
curiosos mirando, la policía con sus cintas marcando una supuesta escena del
crimen, más el hecho de que Benicio del
Toro y Patricia Arquette fueran parte
del reparto me hicieron continuar. Leo ahora que esta serie fue filmada en una
cárcel de verdad y que está basada en hechos reales y más aún, algunos de los personajes secundarios son
reos menores. Desconociendo el ambiente de las cárceles en mi propio país, ni menos en Estados Unidos, no tengo certeza de
que esta ambientación se ajuste a la realidad. Pero los personajes, tanto David
como Matt, a mí me parecieron creíbles. Sin embargo, sí me pregunté varias veces
si ésta sería una cárcel “idílica”, en la cual los presos se movían con cierta
libertad. Me pareció que las celdas permanecían cerradas sin candado y que los
reclusos incluso circulaban relativamente libres por diferentes sectores.
Una cierta desidia de los guardias, el consiguiente relajo de las normas y algún
tráfico de favores, permitieron que
estos presos “modelos” y que de alguna forma eran líderes entre sus pares, sin siquiera levantar la voz, y con muy poco esfuerzo cranearan y
desarrollaran su proyecto de fuga con éxito. Matt y
David se convierten “héroes” al lograr la huida. Y en este punto debo confesar
que yo lo sentí casi como un éxito mio. Esa
inercia para caminar, ese hablar casi sin mover la boca, hizo que capítulo a
capítulo se convirtieran para mí en personajes entrañables. Tilly, con un matrimonio desgastado, cuya mayor
entretención es salir los viernes a tomar cervezas o comer en un chino. Si bien, han transcurrido muchos años desde su
Reneé, de Carretera Perdida de Lynch, y
otros pocos desde su Olivia en Boyhood, para mí no hay duda que Arquette es una actriz
muy versatil. Casi no se le ve parecido entre las tres caracterizaciones, a
pesar de sus característicos ojos. Algo
desaseada, con un poco de sobrepeso, sin más expectativas que el encuentro
diario con David, que le proporcionaba unos minutos de sexo rápido, con los que
trataba de llenar una vida rutinaria, se convierte rápidamente en el blanco
perfecto para que Matt la atraiga entre sus redes y le facilite lo necesario
para llevar a cabo sus planes. . Como Tilly siente que llenará su soledad con
este proyecto de irse a Mexico.
Magistral su evolución, se arregla sus dientes, cambia su peinado, se
maquilla, hace deporte. En fin, Matt y
David le permiten SOÑAR y eso la motiva a seguir adelante, sin pensar en las
consecuencias, haciendo propia esta idea.
Enternecedora la escena en que se prueba y se compra el traje de baño.
Para mí la serie la constituyen estos tres
personajes, gran fortaleza es su actuación, y como se muestra la relación que
se crea entre los tres. A pesar de que no los vemos a los tres interactuar
juntos, yo siento la empatía y química que hay entre ellos, en momentos como si
fueran uno solo.
Recalco la escena en que David, un fantástico
Paul Dano, logra levantar la tapa y asomarse hacia la calle. Esa sensación de
haber obtenido la libertad, es contagiosa. Casi como sentirse que nos llegó la
vacuna y que hemos sido liberados de esta “cuarentena”. Y es que incluso
observando cierta forma de libertad en la rutina carcelaria, las emociones de
encierro se sienten potentes, probablemente acentuadas por el momento que
vivimos. En fin, una serie de gestos mínimos, una levantada de ceja, un desvío
de la vista, una inflexión en la respiración, junto a una excelente cámara, a
mí juicio, me acerca a los actores, me
hace compartir sus emociones. Casi me siento parte de esta pequeña familia. No
todos los actores se me hicieron entrañables por supuesto, así como entrañables
fueron los otros, algo limitado y desagradable encontré al personaje de Lyle,
lo que supongo da cuenta de un buen actor (Eric Lange).
Percibo también una crítica sostenida a la
sociedad capitalista americana. Lo exclama Tilly más o menos así: “trabajando con estos
reclusos, a los que se les paga un mínimo”. También una denuncia de la
corruptela carcelaria.
El capítulo de la huida merece especial
atención, el deambular por las montañas, entrar en cabañas abandonadas,
etc. Aunque, como dije, no soy ninguna experta, pienso
que quizás un capítulo menos, o bajar de 60 a 45 minutos cada uno sería un
beneficio. Aun así pienso que valió la
pena haberla visto.
PATRICIA NEIRA
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