Better Call Saul (Vince Gilligan & Peter Gould)



Si la teoría del autor en el cine ha concentrado su atención hacia el director como quien establece la hoja de ruta en una película, el escenario actual de las series ha inclinado la balanza hacia el guionista principal o showrunner. Una mayor atención hacia los devenires de la trama, con una pretensión novelística, plantea el debate sobre cómo los creadores de las series pueden utilizar las herramientas audiovisuales, en la medida que sean un vehículo narrativo en la variedad de historias que se pretende contar. Así, la extensión y horizontalidad narrativa, con un paralelismo de diversos montajes, se convierte en una característica fundamental de los relatos seriales, pues al darle más cabida a un rango de imágenes que permiten ilustrar una profundidad argumentativa y psicológica, se juega la capacidad de una serie por representar una estética particular junto con el avance de los arcos argumentales.

Las peripecias de Jimmy McGill, conocido como Saul Goodman en Breaking Bad (2008-2013) y protagonista de su precuela, Better Call Saul (2015-), pareciera que sustentan un debate similar. Siempre tratando de escapar del encasillamiento de su hermano Chuck y en constante búsqueda de combinar la ley de la calle con el camino recto, una mitad de Better Call Saul se enfoca en las repercusiones de estar siempre actuando y proyectando una imagen que se ha ido formando con detalle. La otra mitad de la serie está más ligada a su carácter de precuela, con señas a otros personajes de Breaking Bad y una serie de tramas de las que ya se sabe su desenlace, pero que a pesar de ello generan una relectura y profundización de personajes ya conocidos.

La mitad propia de Jimmy se centra en su vaivén entre un mundo según las reglas, en el que las tramas legales son la arena en donde se enfrenta con su hermano Chuck, y códigos extramuros de la legalidad, centrado en los planes que “Slippin Jimmy”, como es su alterego de los márgenes, intenta llevar a cabo para ganar uno que otro dólar. El choque entre el ser y el deber termina estando al centro de Better Call Saul, en la medida que la imagen de sí mismo consolidada por Jimmy le juega en contra al momento de adentrarse en el mundo legal.

Este conflicto, y la manera que sus creadores, Vince Gilligan y Peter Gould, lo van resolviendo, es lo que constituye la identidad de la serie, ya que Jimmy de a poco comienza a introducir la manera de ser de las estafas dentro de su presentación como abogado. Así, la serie adquiere un tono de películas de estafas (a la con-man), en las que cada situación deja un velo de duda sobre si es parte de un plan mayor, con varias lecturas sobre lo que dicen o hacen los personajes. El rol en el mundo jurídico que intenta desarrollar Jimmy es el punto de partida para re formar su persona, más que nada con la intención de desprenderse del apellido McGill, insignia de su hermano y que le arrastra hacia el deber ser. A partir de esto, Jimmy intenta generarse a sí mismo un personaje que le permita adentrarse en el submundo que abraza. Saul Goodman (calzando con la fonética de “it’s all Good man”, denotando la aparente ligereza que Jimmy intenta proyectar) se presenta como el resultado de un arquetipo que ya había ido consolidando, pero que ahora debe afianzar para que su pasado no lo persiga.

Es en este punto donde la imagen que Jimmy construye de sí mismo adquiere una profundidad y un medio. Como si fuese él mismo el director de su propia serie, primero como Jimmy y posteriormente como Saul, elabora comerciales que le van entregando control sobre la difusión de su imagen, con una estética que sintonice con los clientes a los que intenta llegar, que van desde un público anciano al inicio de la serie y que de a poco va enfocándose en personajes que están en los márgenes de la sociedad y que tanto caracterizó el rol que desempeñó en Breaking Bad. De esta  manera, la imagen grabada que Jimmy/Saul fue generando de sí mismo, a medida que avanza la trama en Better Call Saul, lo presentan como un autor visual dentro de una serie que le compete, pero que también lo sobrepasa. Ya que, respecto a la otra mitad de la serie, esta se mueve en los códigos presentados por Breaking Bad, con una atención a las pugnas entre carteles de droga, la ética de trabajo que la identifican y las alianzas entre personajes o tramas que apuntan a dejar todas las piezas listas para la saga creada por Vince Gillian (autor indiscutido de Breaking Bad).

Esta segunda mitad, si bien posee tramas igual de potentes que las que protagoniza Jimmy y que, de tanto en tanto, y más hacia las temporadas recientes, se entrecruzan vertiginosamente, carga con el peso de ser una respuesta a sobreexplicaciones y pequeñas referencias a Breaking Bad. Eso sí, también es el sustento estético de la serie, en la medida que tanto los entuertos jurídicos de Jimmy, como lo que está más allá en la ciudad de Alburquerque, son herederas directas de la vista en Breaking Bad. Con una cámara que profundiza detalles en clave abstracta, el impacto que genera la magnitud de los espacios abiertos propios del desierto de Nuevo México o cold openings muchas veces alejados de la trama pero que entregan pistas de cada capítulo, Better Call Saul está hermanada en una continuidad visual con Breaking Bad.

Además, Better Call Saul se ve permeada no solo por la estética proveniente de Breaking Bad, sino que también en los centros morales que constituyen ciertos personajes. Si en Breaking Bad Jesse Pinkman termina siendo una brújula y contrapeso ante la progresiva transformación perversa de Walter White, en Better Call Saul dicho rol se divide en Nacho Varga y Kim Wexler. Para la trama de la precuela, Nacho constituye el motor de empatía en un mundo árido, como si el destino tirara más fuerte y viéramos la manera en que, a pesar de entender las reglas del juego, es imposible congeniar con los códigos del submundo de ABQ sin salir perjudicado.

Caso aparte es Kim Wexler, compañera de Jimmy en sus peripecias jurídicas y, a ratos, en las estafas invisibles que hacen por la adrenalina de la actuación. Con una mirada menos cínica que Jimmy de lo que puede lograr la ley, el juego de caretas propio de los juzgados no le afecta su temple. Pero a medida que se va construyendo el personaje de Saul Goodman, Kim se va adentrando en un debate sin solución: para hacerle frente a los cambios de Jimmy, debe dejarse engañar por él y, a la vez, abrazar la inclusión de los códigos embaucadores que tanta aprensión y fascinación le provocan.

En los momentos más íntimos de la serie, el centro moral que aporta Kim mira con preocupación la consolidación del personaje de Saul Goodman y su inclusión en la trama del hampa de Albuquerque. Sin dejar de mirarlo de reojo y con un hábiles juego de montaje paralelo, en los que la pantalla literalmente los compara lado a lado, Kim ve en Jimmy/Saul el reflejo de lo que podría lograr si deja el camino recto que tantas desilusiones le ha traído.

Con una temporada restante por emitir, Better Call Saul ya ha mostrado todas sus piezas: la presentación en sociedad de Saul Goodman, con la consolidación de la estafa como ética de trabajo, junto con el choque de su rol como abogado dentro el submundo que pertenece a su serie hermana. Solo queda por dilucidar qué sucederá con Kim. Acá, Gilligan y compañía tendrán el desafío de congeniar la corriente de una trama hacia Breaking Bad, con todas las referencias, cameos y estética que conlleva, junto con la posibilidad de darle más espacio a Kim, quien tendrá que ver si se puede convertir en la autora de su imagen dentro de historias que intentan consumirla.

Felipe Ulloa Pincheira


Better Call Saul

Estados Unidos (2015 - )

Creadores: Vince Gilligan & Peter Gould

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