BELFAST, EL LADO NOSTÁLGICO DE UN CONFLICTO
Las primeras imágenes que vemos del filme son tomas actuales de la ciudad
de Belfast. Imágenes muy coloridas. Diferentes lugares que un turista,
imaginamos, puede visitar. Y de repente, tras un muro de un barrio portuario, la
pantalla cambia y aparece el blanco y negro que nos hace retroceder en el
tiempo. Un inserto contextualiza el momento: “15 de agosto de 1969”. Se viene
la historia. Unos chicos corren por la calle, todos en sus distintos juegos. Los
adultos conversan, caminan y saludan a los niños. Todos están en una especie de
brillante paraíso. Este ambiente es interrumpido por unos demonios que entran
en este mundo ideal: una turba de protestantes, en el sentido político y religioso,
que buscan amedrentar y expulsar a los católicos del barrio. La situación se
vuelve caótica y una madre va en busca de sus hijos para protegerlo en esta
batalla campal que se ha armado. Y cuando trata de volver a casa en medio de la
confusión con su hijo, se defiende con la tapa de un bote de basura que su hijo,
que segundos antes él usaba como arma en su rol de caballero matador de
dragones. La madre/heroína logra poner a salvo a sus hijos pero claramente algo
se ha roto en esa comunidad.
La última película de Kenneth Branagh, Belfast
(2021), en palabras de él mismo, es su película más autobiográfica. En ella
aparecen los recuerdos de la infancia del director en su natal Belfast. Y ese
dato es relevante para entender lo que ocurre en la narración.
La película es la historia de un momento crucial para una comunidad y, en
particular, para la familia de Buddy (Jude Hill), un chico de nueve años. Una comunidad obrera, que muestra unos lazos
muy férreos que les ha permitido vivir relativamente bien, pese a la pobreza y las
diferencias religiosas. Sin embargo, los convulsionados años sesenta, viene a
cambiar esto. Este ambiente protegido donde crece Buddy, se verá amenazado no
solo por la intolerancia religiosa sino por las decisiones de su propia
familia. Sus padres (Jamie Dornan y Caitriona Balfe) están a punto de emprender
proyectos que repercutirán en la vida de sus hijos. En medio de estas disputas,
Buddy vive su propia vida, jugando, departiendo con sus abuelos Pop (Ciaran
Hinds) y Granny (Judi Dench), soñando con una chica de su clase y viendo
películas, tanto en televisión como en el cine.
El rol del cine en la historia cumple una doble función. Por un lado, ayuda
a que los niños encuentren refugio cuando los adultos están sumidos en sus
propios problemas. Pero también sirve para representar los momentos de la
familia y sus problemas. Así, aparece en pantalla Solo ante el peligro (1952), el western donde Gary Cooper es un
comisario que decide enfrentar a un grupo de pistoleros que lo viene a matar. O
El hombre que mató a Liberty Valence (1962),
un western donde se ve a sus protagonistas dispuestos a luchar a
cualquier costo. O cuando van al cine en familia a ver Chiti Chit Bang Bang (1968) y toda la familia olvida por momentos
los tremendos problemas que se viven afuera. Porque en ese contexto, la única
alternativa que se va vislumbrando es salir de su comunidad, salir de Belfast.
La película es entrañable,
aunque un poco naif en ciertos aspectos. Hermosamente filmada y matizada por
una tremenda banda sonora centrada en las canciones del gran Van Morrison, otro
norirlandés de nacimiento. Lo que resulta es una imagen alegre y optimista de
lo que ocurre pantalla.
Esta forma tan simplista y
despolitizada de retratar un problema político complejo e histórico como el
conflicto irlandés, es algo a lo que no estamos acostumbrados. Sin embargo, no
hay que dejar de lado que es una historia de un niño, por tanto, subjetiva. Un
niño que no comprende del todo los problemas de los adultos, que todo lo ve en
blanco y negro (malos y buenos), que vive al abrigo de la familia, un familia
que se quiere y se apoya, y que tiene al cine como compañía y escape. La
comunidad va cambiando y los lazos que el niño veía tan fuertes, se van
rompiendo. Estos cambios algunos los verán de lejos y otros, los vivirán en
carne propia, como dice las palabras al final. No hay reglas claras para los actos
de la gente en tiempos convulsos. Pero antes de que este colectivo sucumba, el niño/director
nos da una pincelada de esta fábula, de este cuento en medio del fuego y las
armas de la intolerancia. Y para dar cuenta de esa luminosidad, el cine es un
buen aliado.
Cristian Uribe Moreno
BELFAST
Reinos
Unido, 2021
Dirigido
por Kenneth Branagh
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