ONE CUT OF THE DEAD: LA PELÍCULA DE LA PELÍCULA
Ahora que en Cannes 2022 se estrenó Coupez! de Michel Hanazavicius es un buen momento de revisionar la versión original, la película japonesa del 2017, Kamera o tomeru na! (One cut of the dead) de Shin'ichiro Ueda. No vaya a ser que pase lo mismo que ocurrió con Coda (2021), la ganadora del Oscar de este año que tiene su versión original en la película francesa La familia Bélier (2013), una versión con mucho más corazón que la cinta norteamericana y desconocida para la mayoría.
One
cut of the dead, es una de esas joyitas que cada cierto
tiempo regala el cine japonés. Y el cine en general. En ella vemos tanto el gusto por el cine de
género, género de terror en este caso, tanto como carta de amor al cine. Muy inteligente
y sobre todo, entrañable.
La historia gira en torno
a un grupo de filmación que está en una instalación militar abandonada,
filmando una película de zombis. El grupo está conformado por un director de
cine (Takayuki Hamatsu), muy metido en su papel, un tanto tirano, dos protagonistas, una chica,
Chinatsu (Yuzuki Akiyama) y un chico, Ko (Kazuaki Nagaya), la maquilladora Nao
(Harumi Shuhama), un sonidista y un camarógrafo. La filmación es interrumpida
por un apocalipsis zombi que se toma las inmediaciones. Los participantes
Chinatsu, Ko y Nao trataran de sobrevivir en este nuevo escenario, perseguidos
por los zombis y un enajenado director que no dudará en sacar provecho
a esta nueva circunstancia para terminar su obra fílmica.
La película no esconde su
admiración por el cine B de terror (o cine Z). Se alinea con la lógica de las
películas de zombis. Además de traer a colación otras obras maestras del terror como La masacre de Texas u Holocausto caníbal. La película no
esconde las costuras de su hechura. Se nota tosca, a ratos incoherente y barata. Una obra
de un principiante hecha con lo mínimo. Sin embargo, también hay algo que se siente
fuera de lugar, algo que no encaja del todo. Y he aquí que asoma la película de la
película.
La historia deriva en otra
historia y aquí emerge la fascinación por el trabajo del cine, un homenaje no solo a lo visto, sino
a lo no visto.
La película se va
ampliando hacia campos insospechados y se transforma en una mirada fresca y
épica sobre el cine y su realización. Sus participantes parecen más un grupo de improvisadores que trabajan en las condiciones más adversas que unos profesionales del
celuloide.
La película funciona como
película de terror, como sátira, comedia de zombis y cine dentro del cine. Es
difícil quedar indiferente ante este artefacto inusitado y desfachatado que es One cut of the dead. Un experimento muy
novedoso que recordará otros trabajos que nos hablan del cine dentro del cine
como La noche americana de Francois
Truffaut o Cautivos del mal de
Vincente Minnelli, solo por nombrar algunas grandes cintas que han reflexionado
sobre el tema. La obra japonesa no es la meditación profunda, filosófica ontológica,
en relación a la imagen y su creación, pero es una mirada interesante y singular
del oficio mismo del cine. Trabajo que por muy profesional que sea no está
exento de problemas de último minuto que muchas veces se resuelven en el momento. Y este oficio
colectivo, que es el cine, requiere del trabajo mancomunado en la planificación
y realización donde muchas manos y mentes intervienen. Cosa que el espectador,
muchas veces no está del todo consciente. Hacia el final de la película, cuando
aparecen los créditos, se muestran escenas de lo que sería una tercera película.
Y aquí vemos que el cine nunca deja de sorprendernos.
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